domingo, 10 de abril de 2011
En la mayoría de los casos uno debe de sentir regocijo al oír ciertas palabras, en la realidad de él nunca fue así, siempre temeroso, siempre viviendo bajo el miedo de oír aquellas palabras que tanto horror producían en su ser, un rostro desfigurado exclama y otro ensordecedor chillido alcanza la cúspide, y al final un lamento que es casi imperceptible para muchos se deja escuchar entre las calles entre las paredes entre la muchedumbre que al paso deja y pasa a llevar el sueño de las historias legadas a nuestro andar.
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